Estaba nerviosa, realmente nerviosa, era la primera vez que
se alejaba de escocia. Aunque siempre había querido ir a Londres, estaba
realmente asustada. No escucharía a su madre preparando el desayuno, ni a su
padre cantando mientras acicalaba a Abismo, su
augurey para que ella pudiese volar un rato antes de ir a estudiar. Pero
era la hora. Tenía ya todo preparado, y
esperaba nerviosa en la puerta sentada en su baúl golpeando nerviosamente con
los pies en el suelo.
-Hija, relájate.
-lo siento mamá, es que estoy bastante nerviosa, no conozco
a nadie y no voy a ver a abismo en mucho tiempo…
-tranquila, conocerás a alguien en seguida, y tu padre
cuidará bien a Abismo, te mandaré una lechuza semanal para comentarte como está
¿vale?
-vale mamá, vámonos ya.
La estación estaba abarrotada y Anne ya no sabía a donde
mirar. Había tantísima vida a su alrededor que todo la desconcentraba.
Apresurada subió sus cosas al tren y las
colocó rápidamente en un compartimento vacío y bajó corriendo a darle un último
beso a su madre y recordarle su promesa
de la lechuza semanal.
Cuando subió, en su compartimento, una chica delgada con un
pelo rubio ceniza cayéndole por los hombros, y de apariencia sumamente
delicada, estaba terminando de colocar
sus cosas ayudada por un chico que
parecía mayor que ellas, que en cuanto terminó les dedicó una sonrisa a ambas y
salió de allí. La conversación no fue muy amplia, aquella chica era muy
tímida pero fue lo suficientemente para saber que se llamaba Sabrina, Sabrina
Menkalinam y que tenía una hermana.
Ambas coincidieron en la misma casa.
Un día caminando por el pasillo camino a la biblioteca
hablando con Sabrina sobra la clase de transformaciones, cuando, tropezando
como siempre con su propio pie, vio que caia de bruces contra el suelo. Cuando
esperaba el batacazo, nunca llegó, un chico, con el pelo azul la tenia agarrada
por la cadera y Sabrina estaba sujetándola por los brazos.
-Gracias, soy un poco torpe cuando estoy concentrada en
otras cosas.
-No pasa nada, me llamo Bryan, Bryan Nowell.
-Encantada, ella es Sabrina
y yo soy Anne.
-Chica realmente vives en otro mundo, soy compañero tuyo de
casa.
-oh, entonces ¿no te molestará venir a estudiar no? Sabrina
iba a echarme un cable con transformaciones.
-En eso soy todo un experto- dijo al tiempo que su pelo azul
se transformaba en rojo. Y enganchaba a Anne por el brazo.- Vamos a ser grandes
amigos.
Pasó el tiempo y el metamorfo, Anne y Sabrina se convirtieron
en tres inseparables.
-¿por qué no se lo dices de una vez?- dijo exasperada.
Estaba cansada de ver las miradas que Bryan le dirigía a Sabrina cada vez que
ella no estaba atenta.
-Sería fastidiarlo todo y deja de insistir Anne, es
imposible.
-Si no lo intentas no lo sabrás- dijo cerrando los libros y,
alzando un poco más la voz dijo- ¿me acompañáis? Quiero intentar algo y me gustaría
que estuvieseis.
Salieron a los jardines, era un día curiosamente soleado,
como si el tiempo les estuviese invitando a permanecer allí.
-¿sabéis que he estado estudiando Animagia duramente verdad?
-como para no saberlo, un día tendré que arrancarte el libro
que te dio Nell de las manos.
-pues, veamos si me estudio dio resultado.
Se concentró, sintió como si fuese un lince, pensó como si
fuese un lince, quería ser un lince, amaba los linces, y de pronto comenzó a
sentir los cambios en su cuerpo, su
columna se arqueó sus extremidades se encogieron y su melena cobriza se extendió por todo su
cuerpo. Abrió los ojos y su mirada era mas precisa, agudizó su oído y podía oírlo
todo, desde las respiraciones contenidas de sus amigos hasta una lechuza que
pasaba por el jardín en aquel momento, probó a moverse y vio como sus extremidades
felinas respondían. Alegre, echo a correr, y corrió alrededor de sus amigos,
que comenzaron a aplaudir felices. Lo había conseguido, se había transformado
en lince, había cumplido su sueño. En
cuanto se desconvirtió Bryan se abalanzó sobre ella y la elevó por el aire
completamente feliz.
-¡Lo has conseguido Anne! ¡Lo has conseguido!- la bajo al
suelo y le dio un terrible abrazo al tiempo que le decía.- sabía que podías
hacerlo, eres una lince preciosa Anne Elisabeth Parker.
Ella feliz contestó:
-¿Ves Bryan? Si no lo intentas, nunca lo lograrás y nunca
sabrás si eres capaz de algo.- le dio un beso en la mejilla y salió corriendo a
abrazar a Sabrina que saltaba de felicidad.
Lo había conseguido. Y lo había conseguido junto a sus
mejores amigos. Estaba feliz. No podía esperar para enseñárselo a la profesora
McGonagall.
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